domingo, 14 de marzo de 2010

¡Qué irreversible condición, habitante de un país qu e destroza a sus poetas más inocentes!
Aún perdura el eco de sus voces, se expande más allá de las fronteras alcanzando a las almas de los que se acercan a sus palabras.
No bastará una lágrima para borrar tanto oprobio.
No será suficiente escribir que fueron "en el buen sentido de la palabra buenos"
En un preente de sol y savia, azul y viento, surge esta oportunidad, sereno rescate de la voz emocionada de un hombre a quien debemos tanto.
Para que siga palpitando la memoria de aquel que fue pastor, enamorado, luchador, padre, amigo, hermano.
Gracias por siempre, Miguel.


Cebel

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